sábado, 20 de octubre de 2007

La habitación del pánico

Día lunes , 9:00 de la mañana, el sueño invadía mis ojos, entro a la institución sin muchas espectativas, hasta que la incertidumbre comienza a espantar el sueño, nos vamos acercando a las salas con mis compañeras, me acerco a la sala donde me correspondía, se escuchan voces que desde la ventana no logro definir de donde vienen, gritos aterradores, risas maquiavélicas, no logro ver nada, la puerta no se abre por más que golpeo, un ligero escalofrio recorre mi espalda que es una mezcla entre susto y arrepentimiento, hasta que por fin la puerta se abre y logro entrar, al ver la imagen de la situación los temores empiezan a desparecer ya que unos ojos brillantes me miraban.
Cuando entré a la sala y vi a esos 30 niños mirando, no había forma de arrepentirse o sentir miedo, ni mucho menos tener sueño..¡ El primer día fue agotador, todos hablan y se mueven sin parar, el segundo día ya se estaban haciendo familiares las caritas, y ya el tercero me di cuenta de que los niños me habían cautivado a pesar de mis comentarios previos. Ellos son unos niños en riesgo social, que no reciben el cariño y la preocupación que yo recibí a esa edad y que aun recibo, a quienes los recursos escasean pero que los abrazos y los besos sobran, deja un gusto amargo no poder hacer más de lo que puedo hacer y en una sola semana, es importante no ser idealista y pensar que vamos a cambiarle el mundo a esos niños, y eso es triste sobre todo al ver que son niños tan despiertos, que tienen tanta habilidad y tantas ganas de aprender, que lo absorben todo como una esponja, y que a veces con un poco de atención se entregan con todo el cariño que tienen. Ahora ya no los veo, traté de hacer las cosas bien y en una semana hacer todas las intervenciones de enfermería que se me ocurrieron que los beneficiaran, traté de jugar y pasarlo bien con ellos, de enseñarles, de abrazarlos, a cambio de la satisfacción de sus ojos ilusionados en mi memoria.

miércoles, 3 de octubre de 2007

En la cuerda floja


Desde hace algunos años me ha llamado la atención la forma de vivir y la visión de mundo que tienen los Mapuches y a pesar de que mis conocimientos de historia no son tan amplios, he aprendido ciertas cosas que casualmente han coincidido con mi cosmovisión. Como ya es sabido, el mapuche tiene un respeto bastante peculiar hacia la madre tierra que se basa principalmente en mantener el equilibrio con ella y con él mismo, es por ésto que ellos tienen la responsabilidad de cuidar su entorno y su propio cuerpo a modo de ejemplo ellos le piden permiso al rio para sacar agua, o a los árboles frutales para sacar sus frutos,etc. , además de tener el respeto por el prójimo ya que se fundamentan en la reciprocidad y en mantener la armonía con el que está al lado.

Al saber ésto me di cuenta de que en lo que creo tiene nombre y se llama equilibrio, y es algo que trato de cultivar, de mantenerlo en todo sentido, obviamente que no siempre ando tan equilibrada y es ahí cuando el pie resbala y caigo de la cuerda floja. Afortunadamente ha habido red abajo y no me he golpeado al borde de la muerte (todo ésto lo digo en sentido figurado obviamente). Puedo dar ejemplos cotidianos para que se entienda; a veces me excedo en la comida y luego me enfermo del estómago, a veces me desbalanzo en el mal genio y termino peleada con alguien, si me desequilibrio en el estudio por exceso mi cuerpo reacciona con cansancio y si es por defecto se refleja en las notas, etc. , asi podríamos situarlo en distintos niveles de la vida y relacionarlo con las cosas que hacemos bien y mal. Tal vez tengo una apariencia pasiva y relajada (AHORA) que se basa principalmente en ésto de mantener el equilibrio y lo mejor ha sido darse cuenta a través de la reflexión , de pensar en lo que creo, de pensar en mi escepticismo que a veces no es tan fácil plantearlo y de tratar de darle sentido a lo que estoy haciendo en la Tierra.