viernes, 17 de abril de 2009

La vida en rosa en Paris


La idea de viajar a Europa se ha manifestado en mi desde muy pequeña, el ícono de siempre fue Paris, caminar por sus callecitas escuchando algun acordeonista, aprender a hablar francés, ver la Torre Eiffel, ver el glamour de una ciudad tan bella para mi al menos en fotos en ese momento. La oportunidad surge y yo no desaprovecho el momento que la vida me estaba regalando. Parto a Francia, hablando un par de cosas en francés, con gente que a penas conocía, sin haberme subido jamás a un avión pero arrebalsada de felicidad. Tuve que esperar más de un mes para poder ir a París, que digamos que era el destino más esperado por mi ( los destinos recorridos en ese lapso definitivamente merecen otro capitulo). Fueron 5 días de caminar intensamente con mucho frío por tratar de captar todo , lo que realmente era una misión imposible, pienso que ni la gente que vive ahi lo conoce todo en Paris, pero en fin había que impregnarse de lo más que se pudiera de la omnipotente ciudad. Creo que lo que más puedo decir de Paris que es tal como lo soñé, con su río atravesándolo, con los acordeonistas, la arquitectura, la gente distinguida, el arte que inunda a Paris y eso fue tan gratificante para mi, saber que era tal como lo vi en mi imaginación. Se vienen tantos momentos a mi cabeza como la vez que íbamos en metro hacia la torre, el metro sube a la ciudad, a él por otra parte se sube un acordeonista y derrepente entre nuestras risas y las ventanas del ya nombrado tren, aparece vestida de luces, lista para la fiesta mi querida Torre, en ese momento no hubo cámara que lo captara, solo quedó grabado en la memoria y ese era el Paris de mis sueños. Subirla fue sublime, encontrarme metida dentro de los miles de fierros enlazados que tanto examiné en las fotos y derrepente logramos tener la mejor vista de Paris, es tan grande que como lo dije en esa ocasión Paris no cabe en mis ojos. Es una ciudad tan femenina, me pareció así, con sus luces tenues, sus edificios tan adornados, arreglada como lo haría una mujer.

Para terminar que mejor que un final con ella, el gorrión de Paris cantando La vie en Rose tal como en el bateux en el que navegamos por el Sena y que en dicho momento las lágrimas fueron inevitables y el agradecimiento inmenso hacia el infinito para la gente que había hecho posible que yo estuviera ahi y de quienes recibía el apoyo constante a pesar de los miles de kilómetros.

3 comentarios:

canelita dijo...

es posible que nunca pueda visitar parís,.. tú me lo has descrito en una forma especial ,.. y es como si ya estube ahí,..
me gusto mucho Besitos hija

Camila dijo...

Viste Pez? Como estoy suscrita a tu blog, apenas actualizas me entero y puedo venir a comentarte.

Le Vrai Paris, c'est pas vrai? =) Fue hermoso. La guinda de la torta. Yo me iría a estudiar allá sin tener que pensarlo mucho... y tú?

Un beso grande, espero que te esté yendo bien en la U y en todo! Y recuerda que tenemos una cuenta pendienteee... (insertar respiración de Darth Vader aquí, por favor xD)

Paia dijo...

Es increíble verdad, yo aunque no fuía Paris, me dirigí hacia otras latitudes, que nunca imaginé explorar... imposible que la cámara pueda captar sensaciones y emociones, son situaciones únicas que hay que vivirlas y agradecer a la vida y a Dios por habernos brindado la oportunidad de haber estado en eso lugares. Cariños.